La oftalmía simpática (OS) es una uveítis granulomatosa poco frecuente, bilateral y difusa que se presenta desde los pocos días a varios años (décadas) después de un trauma penetrante accidental o quirúrgico en un ojo.
En general, el 65% de los casos de OS se producen entre las 2 semanas y los 2 meses después del trauma ocular, el 70% ocurre antes de los 3 meses y el 90% antes del 1er año. Ambos, el ojo traumatizado (excitante) y el contralateral (simpatizante) son afectados.
Mackenzie, en 1830 realizó una descripción clínica de esta entidad y, fue el 1ro en utilizar el término oftalmía simpática. Fuchs, en 1905, detalló sus principales características histológicas.
Actualmente, evidencias experimentales implican el desarrollo de una reacción autoinmune de hipersensibilidad tardía a un antígeno del tejido retinal o a melanocitos como posible mecanismo patogénico.
Los reportes indican una incidencia de 0,19% luego de un trauma penetrante y de 0,007% luego de una cirugía intraocular. Dentro de los procedimientos quirúrgicos se incluye extracción de catarata, iridectomía, paracentesis, ciclodiálisis, vitrectomía, queratectomía, liberación de sinequias del iris, ciclocoagulación con laser entre otros.
La OS se presenta, habitualmente, en forma insidiosa con dolor leve, fotofobia y disminución de la agudeza visual. El ojo excitante generalmente presenta una inflamación crónica y, frecuentemente es ptísico. El curso de la enfermedad es prolongado y marcado por repetidas exacerbaciones de la inflamación.
La clásica prevención conocida de la OS es la enucleación del ojo traumatizado, antes de que el ojo simpatizante desarrolle la enfermedad. Como la OS es extremadamente rara (prevalencia de 0,1 a 0,2% luego del trauma ocular penetrante) y, como la cirugía reparativa es altamente efectiva actualmente, justificaría intentar salvar al ojo injuriado. Si bien, hay observaciones que demuestran que la enucleación temprana del ojo exitante puede asociarse, en algunos casos, a un mejor pronóstico, muchos autores enfatizan que un ojo con una visión potencialmente útil no debería ser enucleado en un paciente con OS.
Aunque, los corticoides orales no han demostrado ser efectivos en la prevención de la OS, ellos contituyen el eje de su terapia. Se ha observado que el tratamiento con agentes inmunosupresores (azatioprina, ciclosporina, metotrexate o clorambucil) es eficaz para suprimir la inflamación en pacientes con complicaciones sistémicas por altas dosis de corticoides por largo tiempo, permitiendo la reducción de los mismos a niveles no tóxicos y, en algunos casos se consigue la remisión completa de la enfermedad.
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