Se denomina síndrome de Miller Fisher a la forma más frecuente entre las formas no clásicas (variantes) del síndrome de Guillain Barré, una enfermedad autoinmune en la cual el organismo produce anticuerpos contra un componente de las neuronas del sistema nervioso periférico, la mielina; esto causa una pérdida en la conducción de señales entre el sistema nervioso central y el resto del organismo, lo que finalmente lleva a una parálisis muscular que puede ser muy grave y a la pérdida de función en los órganos de los sentidos.
Lo que distingue al síndrome de Guillain Barré (y a su variante de Miller Fisher) de otras patologías desmielinizantes es que en general tiene un avance centrípeto, comenzando en la punta de las extremidades, en especial los dedos de los pies, y progresando en dirección a la columna vertebral y hacia la coronilla (axial-coronal).
En general es una enfermedad que, aunque en período agudo puede poner en riesgo la vida de un paciente sin tratamiento, es muy tratable y tiene un muy buen pronóstico a largo plazo.
El síndrome de Miller Fisher se caracteriza por presentar una tríada de síntomas muy particular: oftalmoplejía, ataxia y arreflexia.
El Síndrome de Miller Fisher es la mas frecuente de entre las formas variantes del síndrome de Guillain Barré, constituyendo entre el 3 y el 5% de los casos de SGB en los países occidentales y llega al 19% en los países orientales.Actualmente, con la práctica desaparición de la poliomielitis gracias a la vacunación, Guillain Barré representa la causa más frecuente de parálisis muscular adquirida en países desarrollados, y la principal causa de neuropatía desmielinizante inmunomediada.
La incidencia anual de Miller Fisher varía desde 0.02 a 0.09 por 100 000 habitantes por año, razón por la cuál es considerado como una patología rara; puede presentarse a cualquier edad aunque es muy infrecuente en lactantes y niños, hay un ligero aumento del riesgo en la adolescencia y un neto aumento del riesgo entre la quinta y la octava décadas de la vida, es ligeramente más frecuente en el hombre que en la mujer, así como en caucásicos. No se le reconoce vinculación alguna con factores de tipo ocupacional o hereditario hasta el momento, aunque sí parece asociarse a ciertas vacunas, infecciones víricas o a la enteritis por Campylobacter jejuni.
Existen una gran variedad de estados patológicos asociados al síndrome de Guillain Barré y por consiguiente al posible desarrollo de un Miller Fisher; dentro de los más frecuentes se encuentran las infecciones virales tales como la varicela, las paperas, la rubeola, la infección por citomegalovirus, el virus de Epstein-Barr, hepatitis B, herpes simple, adenovirus, elechovirus, el coxsackievirus y el VIH. De igual forma se asocian infecciones por micoplasma como la Mycoplasma pneumoniae, la difteria, la enteritis por Campylobacter jejuni, con menos frecuencia se encuentran otras infecciones bacterianas tales como brucelosis, yersinias, fiebre tifoidea, tularemia, listeriosis o borreliosis. En el 72% de los casos de SMF existe un precedente infeccioso respiratorio y en segundo lugar gastroentérico.Los gérmenes causantes más frecuentes son el Campylobacter jejuni (26-41 %) que se relaciona especialmente con el síndrome de Miller-Fisher, pero también se puede hallar en el tipo desmielinizante clásico del SBG. El Citomegalovirus (10-22 %) que es particularmente frecuente en niñas, el Epstein Barr (10 %), y el Haemophilus influenzae. Se ha comprobado infección reciente por H. influenzae en el 2 % de los SMF.
De interés especial es la asociación con el uso de algunas vacunas, tales como la antirrábica y la antiinfluenza, aunque rara vez se reporta con otras vacunas como antipolio, DPT, neumococos.Aunque se han publicado casos aislados después de vacunación contra sarampión rubéola y parotiditis, estudios recientes a gran escala realizados en el Reino Unido, en Latinoamérica y en Finlandia no encuentran asociación causal de la vacunación con Guillain Barré ni con su variante Miller Fisher. La relación del SGB con las vacunaciones de poliovirus oral, de difteria y tétanos, así como con la vacuna antigripal, no está bien probada.
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